En el nuevo tablero de la manufactura global, República Dominicana está captando cada vez más la atención de las empresas estadounidenses que buscan proximidad geográfica, menor carga arancelaria y reducción de tiempos logísticos. Lo que hasta hace poco parecía territorio exclusivo de países asiáticos, hoy encuentra un terreno fértil en el Caribe.

La empresa estadounidense World Emblem, reconocida mundialmente por producir parches bordados y etiquetas para ropa, ha decidido trasladar más de un tercio de su capacidad productiva a República Dominicana. La firma, que abastece a marcas icónicas como Levi’s y trabaja con entidades como el Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU., tomó la decisión tras verse afectada por los nuevos aranceles del 25% a productos manufacturados en China, instaurados durante el gobierno de Donald Trump.

“Esta no es solo una decisión económica, sino también estratégica. En República Dominicana encontramos no solo cercanía con nuestros mercados principales, sino también eficiencia y confiabilidad en la producción”, señalaron ejecutivos de la empresa.

El fenómeno se inscribe dentro de una ola de relocalización o nearshoring que está transformando el mapa industrial del continente. Para República Dominicana, esta tendencia significa no solo más empleos, sino también una oportunidad histórica para escalar tecnológicamente su industria manufacturera.

Según analistas, si el país mantiene el ritmo de atracción de inversiones, podría convertirse en un polo industrial clave para el hemisferio occidental, aprovechando tratados comerciales como el DR-CAFTA y la estabilidad política de la región. El desafío: sostener un entorno favorable y competitivo a largo plazo.

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